Diseñado en los setentas por el arquitecto Rogelio Salmona, El Museo de Arte Moderno de Bogotá planteó en su diseño original la presencia de paredes en concreto descubiertas. La propuesta de Salmona que respondía de manera crítica a la idea de “cubo blanco” se convirtió con los años en una especie de interferencia para el montaje de obras en el espacio del museo.
A propósito de la inauguración del museo, en 1979 Edgar Negret mencionó: “Se trata de un edificio muy interesante, como todo lo de Rogelio Salmona, pero fatal para exhibir obras de arte. En efecto, todo el edificio es tremendamente expresivo. Las escaleras, las paredes, todo tiene una presencia tan tremenda que compite con cualquier obra que allí se exhiba” *.
Hace unos años las paredes crudas del Museo de Arte Moderno fueron recubiertas en su totalidad por pared-yeso, con el fin de adecuar –más convencionalmente– el espacio para las exposiciones. El espacio de las escaleras así como los techos en la planta más alta, son lo único que mantiene la apariencia inicial del “concreto a la vista” del museo.
Actualmente el museo está rodeado por una gigantesca obra inconclusa. Debido a varios desaciertos en el diseño paisajístico, la propuesta inicialmente desarrollada por el arquitecto Giancarlo Mazzanti para el desarrollo de lo que tendría el nombre de Parque del Bicentenario fue suspendida hasta nueva orden. Esta obra que conectaría el actual Parque de la Independencia con el Museo de Arte Moderno con una ancha plataforma cubierta por jardines, terminó siendo una estructura sobredimensionada que cubre la vista de la fachada norte del museo.
A partir de estas dos situaciones –el recubrimiento en pared-yeso de las paredes internas del museo y el plan del Parque del Bicentenario sobre la la calle 26–, propongo tapiar en ladrillo el antepecho del corredor de entrada y el vano circular del segundo piso del museo como un señalamiento a las modificaciones (¿arbitrarias? ¿fallidas?) que se realizan en una locación arquitectónica. Sea esta un bien de conservación, de interés arquitectónico o el mismo espacio público.
* En Museo fuera de Lugar. Jaime Iregui, pág. 72. Ediciones Uniandes, Bogotá, 2008